QUÉ HACER (PENSAR O SENTIR) PARA NO ENCONTRAR EMPLEO:
“Tu estrategia para buscar empleo es fundamental, pero si no gestionas las emociones y tus creencias, la estrategia puede no servirte para nada”.
Sí, has leído bien, “para no encontrar empleo” y no, no me he vuelto loca ni el motivo de llevar meses sin escribir en mi blog/casa virtual es porque se me “ha ido la pinza”. Hoy te invito a hacer un ejercicio bajo mi punto de vista muy potente si te encuentras en la búsqueda de un nuevo trabajo o proyecto profesional, así que confía…
Coge papel y boli, en la cabecera del papel pon tu objetivo, que como te decía en este caso es empeorar tu situación: ¿cómo podría hacer para no encontrar mi próximo proyecto profesional, para qué mi proyecto de emprendimiento no salga, o para qué las próximas oposiciones a las que me voy a presentar no salgan como pretendo? Ajústalo y adáptalo a tu caso, pero que no se te olvide que el objetivo es no conseguirlo.
A continuación, y debajo de ese encabezado, escribe tres columnas, una enfocada al hacer (o no hacer), la segunda columna orientada al sentir (o no sentir) y la tercera y última enfocada al pensar (o no pensar). Como verás cada columna es interesante que la pongas en afirmativa y negativa porque pueden tener cabida ambas.
Este ejercicio que te invito a realizar te sirve para identificar tus “autosaboteadores”. Si en esas tres columnas has escrito frases del tipo (son ejemplos pero puedes sentirte idenficado/a con alguno y me ayudará luego a explicarte la finalidad de esta dinámica):
Hacer / No hacer | Pensar / No pensar | Sentir / No sentir |
No dedicarle un mínimo de horas al día en invertir tiempo en mi plan de acción. | Pensar que por mi edad no voy a encontrar oportunidades. | Sentirme inferior que el resto de profesionales de mi sector. |
No decirle a mis contactos y entorno que estoy en búsqueda de oportunidades y compartir cuál es mi objetivo profesional | Pensar que no sirvo para trabajar como autónoma. | No sentir ilusión por los nuevos proyectos que vayan a surgir. |
Aislarme durante mucho tiempo y no relacionarme con otras personas. | No pensar en los logros que he conseguido en mi trayectoria profesional. | Sentir ira contra la empresa que me ha despedido. |
No tener una rutina diaria ni una estrategia a seguir para acercarme a mi objetivo e ir improvisando a cada momento. | Pensar que me va a salir mal la entrevista de trabajo que tengo y me voy a poner nerviosa y no voy a saber transmitir mi propuesta de valor. | Sentirme impostora y creer que lo que yo puedo ofrecer no tiene valor. |
No registrar las acciones y contactos que voy realizando de cara a posicionar mi cv. | Pensar que como estoy desempleada valgo menos. | Sentirte culpable por no tener trabajo o porque tu emprendimiento no avanza. |
Ahora paso a explicarte algo mejor la finalidad de dicho ejercicio y sobre todo el para qué te lo propongo:
No sé si lo sabes, pero la calidad de nuestros emociones y pensamientos repercuten directamente en nuestros resultados.
Es una realidad que el mercado laboral puede estar en ciertos sectores en momentos de recesión, también que la pandemia que hemos vivido ha tenido un importante impacto en las empresas y ha repercutido en reestructuraciones y desvinculaciones de trabajadores, también que tu edad, perfil o ubicación, si bien no es justo ni ético, puede llegar a condicionar que accedas a ciertas oportunidades, pero ¿y si te dijera que tú mismo/a también estás saboteando el que te acerques a tu objetivo profesional?.
De todo lo que has anotado en ese cuadrante, ¿hay alguna cosa que estés haciendo/no haciendo, pensando/no pensando o sintiendo/no sintiendo?
¿Crees que te están impulsando o limitando en la consecución de tu objetivo?
Y ahora que lo sabes ¿Qué puedes hacer? ¿Qué quieres hacer? ¿Qué vas a hacer?
Esta técnica de los autosaboteadores cambia nuestro modelo de observador y nos amplía las opciones. La comparativa entre lo que estoy haciendo actualmente para conseguirlo y lo que haría o dejaría de hacer para no conseguir mis metas, en ese margen surgen más opciones.
El primer paso es tomar consciencia, reconocer por un lado mis emociones y entender que son “normales y necesarias” dentro de la transición que estoy viviendo y luego, gestionarlas (que no controlarlas), por ejemplo, expresándolas y compartiéndolas, agendando actividades que me conecten con emociones positivas y me “recarguen las pilas”. Por otro, entender que lo que crees, creas y que, si identifico algún pensamiento que no me está ayudando, funciona la reestructuración cognitiva o reformular dicho pensamiento por otro que me haga sentir de otra manera: “Éste trabajo lo he hecho otras veces y salió bien”, “Va a salir bien porque me lo he preparado”, “En el momento que me ponga a hablar, los nervios se irán”, etc.
Por supuesto que tu estrategia para conseguir tu meta es muy importante (definir tu objetivo profesional, tus logros y propuesta de valor, desarrollar tu cv, perfil de linkedin o presentación de tu proyecto, gestionar eficazmente tu red de contactos y tu listado de empresas diana, entrenarte para una posible entrevista o conversación con responsables de contratación y un largo etcétera), pero créeme, si dentro de tu plan de acción no contemplas la importancia de una buena gestión emocional y cuidas tu energía, puedes perder oportunidades.
Cuando las personas estamos bien a nivel emocional y nos sentimos “felices”, tenemos hasta un 33% más de energía y dinamismo que deriva directamente en mayor eficiencia y productividad, creo que merece la pena tenerlo en cuenta.
Parafraseando y customizando una célebre frase de Goleman: “Si no gestionas tus emociones estresantes y de frustración, no cuidas tu energía y te agendas momentos para reconectar contigo, si no reformulas tus creencias limitantes sobre tus capacidades y posibilidades, y no generas relaciones empáticas y generosas, entonces no importa tu cv ni lo inteligente que seas, no llegarás muy lejos”.